PROTECCIÓN INTERNACIONAL DE LOS BOSQUES
EN EL MARCO DE LA AGENDA 2030
El derecho internacional, los ODS y la Comunidad Internacional
Profesores Carlos Fernández Liesa, Eugenia López-Jacoiste Díaz y Daniel Oliva Martínez y coordinado por la profesora Elena C. Díaz Galán
(Dykinson, Madrid 2022).
Resumen del artículo
Recientemente se ha celebrado el día internacional de los bosques. Desde Cátedra Sostenibilidad hemos realizado una investigación sobre su importancia para el desarrollo humano sostenible y la consecución de los ODS. Ello ha dado lugar al artículo elaborado por nuestro director el catedrático J. Daniel Oliva titulado “La protección internacional de los bosques y la Agenda 2030” que ha formado parte de publicación colectiva El derecho internacional, los ODS y la Comunidad Internacional, dirigida por los profesores Carlos Fernández Liesa, Eugenia López-Jacoiste Díaz y J. Daniel Oliva y coordinado por la profesora Elena C. Díaz Galán (Dykinson, Madrid 2022).
En la investigación reseñada se analiza la importancia de los bosques para el desarrollo sostenible, la lucha contra el cambio climático y el bienestar de la humanidad y vincula su necesaria protección con la Agenda 2030.
También se estudian los principales avances normativos e institucionales en el campo de la gobernanza y gestión forestal. Todo ello atendiendo muy especialmente a la labor realizada, en las últimas décadas, por organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, la FAO o la Unión Europea entre otras, en la generación de un subsector del Derecho Internacional en formación.
Un subsector que tiene clara relación, por supuesto con el Derecho Internacional del medio ambiente pero también con el Derecho Internacional del desarrollo y el Derecho Internacional de los derechos humanos y que remite a una serie de principios, instrumentos regulatorios y programas de acción centrados en la protección de los bosques y la preservación de su biodiversidad.
Además, en el artículo se recogen informaciones de relevancia como las siguientes:
Los bosques cubren más de un tercio del territorio del planeta.
Están situados en diferentes ecosistemas tropicales, ecuatoriales, secos, de costa, de montaña o pre-árticos.
Más de 1600 millones de personas dependen directamente de los espacios forestales para su subsistencia y bienestar.
190 millones de personas pertenecientes a pueblos indígenas y tribales de más de 3000 culturas diferentes los habitan en los cinco continentes en lugares tan dispares y diferentes como la Amazonía en América del Sur, las selvas de Papúa-Nueva Guinea, Filipinas o el Congo, las zonas boscosas de la India o la Laponia nórdica.
Los espacios forestales son una parte vital de nuestro ecosistema global y proporcionan madera (2.400 millones de personas la utilizan como energía para cocinar o para calentarse), combustible, medicina y alimento.
En ellos encontramos a cientos de millones de especies animales y vegetales (muchas de ellas polinizadoras) que integran al 80% de la biodiversidad del planeta.
En los bosques se encuentran las cuencas de los ríos que proporcionan el 75% del agua dulce que, a su vez, es canalizada para cientos de millones de viviendas y para el riego de las tierras de cultivos.
Proporcionan las sustancias con las que se fabrican el 70% de los fármacos más utilizados.
El valor económico que generan los bosques al año es de 16,2 billones de euros.
Los bosques son fuente de aire fresco, limpio y oxigenado (absorbiendo más de 7.600 toneladas métricas de CO2).
Su utilización sostenible, es decir el aprovechamiento de sus recursos de manera responsable, deja menos huella ecológica. Por ejemplo, el bambú, el corcho o los derivados de la madera son mucho menos dañinos que el plástico, el hormigón, el aluminio o el cemento.
La utilización de leña procedente de los bosques es mucho menos contaminante si lo comparamos con el petróleo, el gas o los minerales fósiles.
Los bosques además proporcionan sombra en climas muy cálidos y protegen a su vez las zonas costeras de la erosión y también sirven de barrera para tsunamis o inundaciones.
Reducen los efectos de los aludes, de los vientos, de las tormentas de arena y de polvo, de los desprendimientos de tierra y de otros desastres naturales.